Comentario
Durante todo el siglo XVI, el enfrentamiento entre musulmanes y cristianos será una de las mayores preocupaciones de los países europeos. La posición dominante lograda por el Imperio otomano en el Mediterráneo oriental, sus intentos en el occidental y su avance hasta Europa central y por el contorno del Mar Negro, será motivo constante de preocupación de los Habsburgo, ante el temor de ser invadidos; de Polonia-Lituania y de Venecia, a quienes arrebatará parte de sus territorios; y del principado de Moscú, que en su impulso expansionista deberá forzar las posiciones turcas en el sureste europeo, para alcanzar el Mediterráneo a través del Mar Negro, constante de su política exterior hasta el siglo actual. Las diferencias religiosas hacían inviable cualquier consideración de acuerdo y sólo Francia, en su perpetua lucha contra los Habsburgo, llegó a mantener cierta alianza diplomática con los otomanos, que en algún momento se plasmó en ayuda militar, ante el escándalo general. Los enfrentamientos se localizaron en dos áreas geográficas diferenciadas, con participantes diferentes en cada caso, por un lado en la Europa situada al norte de los Balcanes, y por otro en el Mediterráneo.